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La Superliga del bombazo económico

El terremoto deportivo que desató ayer el anuncio de una Superliga por parte de 12 de los mayores equipos de Europa sólo es comparable con el seísmo económico que podría generar en el mundo del fútbol. No se trata sólo de crear un nuevo orden deportivo, se trata sobre todo de crear un nuevo modelo de negocio y un nuevo reparto del dinero y, a juzgar por la respuesta de los inversores, aquí hay partido.

Las acciones de algunos equipos que cotizan en los mercados se han disparado como si hubiesen ganado ya la competición, logrando ganancias de hasta dos cifras. Es el caso de la Juventus de Turín, cuyos títulos han avanzado casi un 18% en la sesión de este lunes, hasta superar los 0,90 euros

Las acciones del United, que empezaron a la baja, no sólo lograron darse la vuelta, sino que se dispararon por encima del 10%. Ambas reflejan bien la euforia con la que han recibido los mercados la iniciativa, una euforia que también se ha dejado sentir en los títulos de otros clubes como el Borussia Dortmund (+11%) o el Galatasaray turco (+9,7%), y que ha sido más contenida en los casos del Ajax (+0,3%) o la Lazio italiana (+0,2%).

La intención de 12 de los clubes de fútbol más poderosos de Europa de poner en marcha su propia competición continental ha caído como una bomba de relojería en todos los ámbitos a los que alcanza el deporte rey.

El nacimiento de la Superliga al margen de UEFA y FIFA, confirmado en la madrugada del domingo al lunes e impulsado por Real Madrid, Juventus y Manchester United, busca la gestión directa por parte de estos clubes de sus derechos audiovisuales y comerciales para multiplicar sus ingresos, disputando un mayor número de partidos entre ellos.

Por lo pronto, los organizadores de la Superliga garantizan el reparto de 3.500 millones de euros a los 15 equipos considerados fundadores, una media de 233 por cada uno para paliar los efectos del Covid-19 y mejorar sus infraestructuras. Aspiran a ingresar 4.000 millones al año por los derechos televisivos y comerciales, con el añadido de que se repartirían entre menos equipos, 20, y de ellos 15 tendrían plaza asegurada cada año. Además, hablan de un fondo de solidaridad que alcanzará los 10.000 millones.

Detrás de la financiación inicial está JP Morgan, que confirmó ayer a Reuters su participación, aunque la Superliga también está abierta a terceros inversores. La competición, que comenzaría en el año 2022, se dividiría en dos grupos de 10 equipos, que disputarían una liguilla a doble partido. Los tres primeros de cada uno pasarían a cuartos, y los cuartos y quintos disputarían un playoff para pasar a esa fase.

Uno de los primeros posibles damnificados sería Telefónica. El operador de telecomunicaciones español consiguió los derechos para emitir la Champions League durante las tres próximas temporadas hace solo unas semanas.

La compañía dirigida por José María Álvarez-Pallete compró los derechos para ofrecer la competición hasta el año 2024. Desde el operador se mostraban contentos con la operación, que se produjo además con un descuento en el precio del 15% (abonó 975 millones de euros) respecto a lo que pagó en su día Mediapro (1.100 millones de euros).

Todavía queda mucho partido y muchas incógnitas por resolver, pero el lío ya está montado y no parece fácil que puedan encontrar una solución que contente a todas las partes